Hola, amigo moderno. Si has llegado hasta aquí es porque ya has aprendido a volar solo desde hace tiempo. Dejaste de escuchar a Marea para pasarte al pop sajón y sus huestes hace tiempo y pagaste por voluntad propia una entrada a una obra de teatro de la Fura. Y hasta fuiste. Pero claro, tú que te creías en la cresta de la ola y adalid de una nueva élite intelectual no viste venir la hostia que la realidad te estaba preparando: los amigos gafapastas con los que te empezaste a juntar. No podías con ellos, eran demasiado para tí... Cuando tú les comentaste que habías descubierto a Joy Division se rieron en tu cara porque ellos hace tiempo que escuchaban a Anthony Braxton y cuando dijiste que qué buena era Réquiem por un sueño ellos se levantaron de la mesa y dijeron que se iban a un ciclo de cine iraní con ese tonillo en la voz. No es que fuese otra liga, es que era otro deporte. Ahora tienes miedo de ir a comprarte ropa al Pull o al H&M porque seguro que ellos tienen su propio sastre.
Pero aquí estamos nosotros. Para salvarte.
Ha llegado un momento de que sepas algo: la tribu urbana a la que tanto querías pertenecer no existe. Es una entelequia y como tal no hay nada que hacer: ¡no se puede ser parte de algo que no existe! Y no existe porque el eje en el que se articula su existencia no existe de verdad. El indie rock es mentira. Trataremos este tema en lecciones más avanzadas del Bloj -que a partir de ahora será tu Libro Rojo- pero por ahora te basta con creértelo. No te preocupes, no será lo primero que asumirás como cierto sin pruebas a lo largo de tu vida y mucho menos lo último. Por lo menos nosotros somos majos.
¿Qué puedes hacer ahora que te das cuenta de que vives en una mentira? Para empezar, cambiar de música. Me parece bien que le sigas teniendo cariño a tus viejos -bueno, no tan viejos- discos de guitarras pegadizas y voces melosas. Los puedes seguir conservando y no importa que sigas saliendo por los mismos garitos de siempre. Hablar de Interpol te puede seguir valiendo para ligar, lo sabemos, no nos importa. Hablamos de un cambio de música interior y profundo. Un cambio de actitud ante la vida. Considéralo un giro más en la rueda del Karma. Y aquí es donde hay diferentes escuelas de pensamiento, así que expondré la mía, esperando que el resto de escritores de esta santa casa se callen y me den así la razón: te bajas unos discos clásicos de finales de los 80 y a partir de ahí sigues. ¿Por qué? Bueno, es bastante simple. Todo el mundo sabe -por lo menos todo el mundo con buen gusto- que los años 80 fueron una década malvada entre dos décadas de regocijo musical. Algo así como la Década Hortera. Los setenta aún son demasiado para ti, estás fresco aún. No podrías aguantar un disco de Black Sabbath sin pensar en lo coñazo y antiguo que es. Y te estarías equivocando. Los noventa, que es la década guay en la que nos vamos a centrar ahora surgió de unos cuantos discos importantes, todos ellos anteriores a esta década y que brillaron en los 80 entre tanta mediocridad. Allá vamos:
- Hüsker Dü - Warehouse: Songs and Stories. El apogeo del post-punk. Más limpio y bonito que el resto de los Hüsker Dü pero también mucho más redondo.
- Dinosaur Jr - You're Living All Over Me o cualquier otro disco suyo. La biblia del underground. Sonic Youth para la gente que aún es gente.
- Sebadoh - III. Un poquito posterior, ya que es del 91, pero yo lo meto porque me sale de los cojones. La vuelta de tuerca que le hacía falta a Lou Barlow, el responsable del grupo anteriormente referenciado. El comienzo del indie, si es que tal cosa ha existido alguna vez.
- Pavement - Crooked Rain, Crooked Rain. Segundo disco de estos otros popes de lo alternativo. Posiblemente tan bueno como el Slanted & Enchanted -dudaba cual de los dos recomendar- pero mucho más en la cara.
- Sunny Day Real State - Diary. El epítome del emo que molaba. Sí, he dicho emo que molaba. En serio. Además, con mi amor -amor sincero- por las historias truculentas de músicos, esta gente me emociona.
- Sonic Youth - EVOL y Daydream Nation. Los papás de todo esto. Su obra es como mezclar el rock and roll de toda la vida y un ejemplar de la Antología Poética de Juan Ramón Jiménez y te sale eso: algo que es rock de pura casualidad y mucho más espeso. Los hijos espirituales de la Velvet.
- Butthole Surfers - Hairway to Steven. Si Hendrix hubiera nacido unos años más tarde y hubiese acabado haciendo punk y tomando muchas más drogas, hubiera salido esto. Un poco menos raro que los primeros discos, pero esto es un curso introductorio y no queremos saturaros.
- Slint - Spiderland. A pesar de que últimamente he desarrollado una aversión al post-rock que aquí los compañeros de bloj pueden atestiguar, este disco es una pasada. Igual es porque es realmente original, no como el post-rock moderno, que se basa en tocar muy lento y ponerle nombres raros a las canciones y solo eso.
- Guided by Voices. No molaban tanto ni eran tan famosos -todo lo famoso que llega a ser un músico underground- en los ochenta y no aportaron demasiado, más bien florecieron en los noventa con sus aires garageros/progresivos, así que quedan un poco fuera de la selección principal. Pero merecen una escucha los chavales, sí.