La historia se repite
Llevamos ya unas cuantas quintas -musicalmente hablando- tropezando en la misma piedra. Me explico: debemos ser la ya la tercera o cuarta generación que se emociona con la última y nueva música destinada a romper los clichés del rock de esencia americana y que después de unos añitos nos damos cuenta de que Petty y Dylan siguen siendo los más grandes.
La clave está en los matices: nuestros padres se cansaron de la Movida porque sólo se podía ser transgresor, así como nuestros primos los mayores se cansaron de Joy Division porque sólo podían estar serios y con cara de circunstancias. Nuestros hermanos mayores se acabaron casando y dejaron de bailar punk-rock en el que sólo podías fumar porros y lanzarte a la multitud. Y yo me he desencantado con el post-rock -que es lo que me ha tocado- después de darme cuenta de que sólo tiene dos marchas: primera y quinta. El americana te permite más. Mucho más.
No me malinterpretéis, soy tan ecléctico en lo musical que a veces me doy miedo y no es la primera vez que me sorprendo escuchando discos de grupos muy, muy sórdidos, sólo porque tienen una canción que me encanta, que tiene ese algo. Y no pienso acabar con Mogwai en mi colección de discos, desde luego. Pero como todo son ciclos, ahora es mi momento de emocionarme con otras cosas.
Y este soliloquio viene a cuenta del último disco de Kings of Leon, que me ha parecido magnífico. Y eso tiene que ver porque recuperan muchos sonidos que yo creía perdidos en el barullo de distorsiones del post-rock, como hacían en sus discos anteriores. Son de Tennessee y seguro que os suenan nombres de lugares de por ahí cerca: Nashville y Memphis. Y joder, será el sur de Estados Unidos y tendré el estereotipo del redneck muy presente, pero la música de por allí me encanta.
No os penséis que os estoy recomendando algo añejo, al contrario: cogen ese sonido y lo modernizan. Especial atención merece el tema Trunk, os lo digo desde ya. Disfrutadlo si podéis.
Y el presente habitual: una versión en directo del primer single.
La clave está en los matices: nuestros padres se cansaron de la Movida porque sólo se podía ser transgresor, así como nuestros primos los mayores se cansaron de Joy Division porque sólo podían estar serios y con cara de circunstancias. Nuestros hermanos mayores se acabaron casando y dejaron de bailar punk-rock en el que sólo podías fumar porros y lanzarte a la multitud. Y yo me he desencantado con el post-rock -que es lo que me ha tocado- después de darme cuenta de que sólo tiene dos marchas: primera y quinta. El americana te permite más. Mucho más.
No me malinterpretéis, soy tan ecléctico en lo musical que a veces me doy miedo y no es la primera vez que me sorprendo escuchando discos de grupos muy, muy sórdidos, sólo porque tienen una canción que me encanta, que tiene ese algo. Y no pienso acabar con Mogwai en mi colección de discos, desde luego. Pero como todo son ciclos, ahora es mi momento de emocionarme con otras cosas.
Y este soliloquio viene a cuenta del último disco de Kings of Leon, que me ha parecido magnífico. Y eso tiene que ver porque recuperan muchos sonidos que yo creía perdidos en el barullo de distorsiones del post-rock, como hacían en sus discos anteriores. Son de Tennessee y seguro que os suenan nombres de lugares de por ahí cerca: Nashville y Memphis. Y joder, será el sur de Estados Unidos y tendré el estereotipo del redneck muy presente, pero la música de por allí me encanta.
No os penséis que os estoy recomendando algo añejo, al contrario: cogen ese sonido y lo modernizan. Especial atención merece el tema Trunk, os lo digo desde ya. Disfrutadlo si podéis.
Y el presente habitual: una versión en directo del primer single.
Kings of Leon - McFearless
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