El gemelo malvado
Partamos de esta premisa básica: aquí los escritores del blog tenemos un ego enorme. Nada nuevo bajo el sol, pero voy a explicarme: este ego enorme lleva aparejada una personalidad megalomaniaca, un sentimiento de superioridad innato y una facilidad para hacer asunciones basadas en las apariencias y en la lógica aberrante que nuestas oscuras psiques desarrollan. Una de estas asunciones es la siguiente: vosotros, los lectores, sois unos raritos y consumís tanta subcultura como nosotros. Bueno, igual no tanta, que es difícil, pero sí una gran cantidad. Y después de haber insultado al lector tipo del blog, sigo.
Es conocido por todo el mundo -todo el mundo que haya visto cine de terror de los 50, por lo menos, y de ahí la parrafada de antes- que cada persona en el mundo tiene un gemelo malvado, entendiendo gemelo no con su acepción más típica, sino con la más amplia de doble, de alter ego que no tiene por qué tener nada que ver con uno, mas allá de una personalidad parecida pero mucho más retorcida y un parecido físico cuanto menos turbador. Seguro que conocéis a alguien de personalidad gris, sin nada que destacar: podéis estar seguros de que hay un doble mucho más interesante en algún lugar del globo, con ideas mucho más aviesas.
Lo que no es vox populi es que esto pasa también con los objetos -el chándal de tactel y la camiseta de propaganda son la versión malvada de los vaqueros con la camiseta de Pearl Jam, o los libros de Paulo Coelho de cualquier otro libro- y con el tema del que este blog trata: los estilos musicales. Pensad bien por un momento si el glam rock no es una versión absolutamente retorcida del hard rock, o si la radiofórmula española no es una subversión completa de la música en general, tanto en la forma como en el fondo.
De todas formas, hay veces en las que el gemelo malo que el gemelo malo es el que mola y de eso voy a hablar yo aquí y ahora. AVISO IMPORTANTE, SI USTED LLEVA GAFAS DE PASTA Y FUE AL ÚLTIMO CONCIERTO DE LOS SIGUR RÓS, ABSTÉNGASE DE LEER ESTO, LE PUEDE DAR UN CÓLICO. El post rock es gris, aburrido y falto de interés: su gemelo malo es el math rock y mola tres pares de cojones. O cuatro.
En conversaciones entre el amigo Guillotina y un servidor es habitual que me comente lo absurdas que son muchas etiquetas aplicadas a estilos musicales dentro del pandemonium que entre los dos escuchamos y aquí he de darle la razón: el math rock más que explicar ciertas características de la música que tocan estos grupos -que viene a ser ritmos compuestos y poco más, al igual que cualquier estilo más o menos progresivo- intenta explicar una sonoridad. Ni que decir tiene que más allá de los ritmos compuestos poca inspiración matemática tiene y cualquier persona que esté estudiando esa carrera podría reirse en la cara del músico que afirme que sí, que sí que algo hay de inspiración de esa disciplina.
Claramente, habrá tantos math rocks como bandas, sobre todo teniendo en cuenta que es un estilo espectacularmente técnico y que habiendo buenos músicos se puede innovar bastante, pero hay unos lugares comunes bastante bien delimitados: como hemos dicho antes es muy técnico, se basa en tiempos compuestos, suele estar muy sincopado, no es raro que sea instrumental -como su gemelo aburrido- y bastante intenso -mucho más que su doble aburrido-. Pero como a caminar se aprende andando, luego con los ejemplos veréis de lo que hablo.
Las raíces del género este vienen a estar en Slint, la que se supone que es la primera banda de post rock. Sorprendentemente, no eran nada aburridos. Los descubrió Steve Albini y su segundo y último disco, Spiderland, hay que tenerlo para llevar las gafas de pasta con orgullo. De este disco hace ya casi 17 años. Hay grupos de hardcore que también han tenido su influencia, claro: son, para variar, la triada mágica: Black Flag, Nomeansno y Bad Brains, que curiosamente tenían unas influencias bastante elevadas, por decir algo -música microtonal en el primer caso, jazz en los otros dos-. Mientras tanto, Ian MacKaye estaba en su trono de Washington asintiendo complacido.
En este mismo año, el 91, se forma en Pittsburgh Don Caballero, la banda más conocida del género y que fue la banda que me acercó al estilo. Sus discos son impresionantes y podemos decir que todos sus discos son excepcionales, menos el último, quizás. Son instrumentales, bruticos y unos músicos acojonantes, con lo que tienen todas las papeletas para gustar. De Don Caballero vienen Battles, que son de los favoritos del blog.
Es conocido por todo el mundo -todo el mundo que haya visto cine de terror de los 50, por lo menos, y de ahí la parrafada de antes- que cada persona en el mundo tiene un gemelo malvado, entendiendo gemelo no con su acepción más típica, sino con la más amplia de doble, de alter ego que no tiene por qué tener nada que ver con uno, mas allá de una personalidad parecida pero mucho más retorcida y un parecido físico cuanto menos turbador. Seguro que conocéis a alguien de personalidad gris, sin nada que destacar: podéis estar seguros de que hay un doble mucho más interesante en algún lugar del globo, con ideas mucho más aviesas.
Lo que no es vox populi es que esto pasa también con los objetos -el chándal de tactel y la camiseta de propaganda son la versión malvada de los vaqueros con la camiseta de Pearl Jam, o los libros de Paulo Coelho de cualquier otro libro- y con el tema del que este blog trata: los estilos musicales. Pensad bien por un momento si el glam rock no es una versión absolutamente retorcida del hard rock, o si la radiofórmula española no es una subversión completa de la música en general, tanto en la forma como en el fondo.
De todas formas, hay veces en las que el gemelo malo que el gemelo malo es el que mola y de eso voy a hablar yo aquí y ahora. AVISO IMPORTANTE, SI USTED LLEVA GAFAS DE PASTA Y FUE AL ÚLTIMO CONCIERTO DE LOS SIGUR RÓS, ABSTÉNGASE DE LEER ESTO, LE PUEDE DAR UN CÓLICO. El post rock es gris, aburrido y falto de interés: su gemelo malo es el math rock y mola tres pares de cojones. O cuatro.
En conversaciones entre el amigo Guillotina y un servidor es habitual que me comente lo absurdas que son muchas etiquetas aplicadas a estilos musicales dentro del pandemonium que entre los dos escuchamos y aquí he de darle la razón: el math rock más que explicar ciertas características de la música que tocan estos grupos -que viene a ser ritmos compuestos y poco más, al igual que cualquier estilo más o menos progresivo- intenta explicar una sonoridad. Ni que decir tiene que más allá de los ritmos compuestos poca inspiración matemática tiene y cualquier persona que esté estudiando esa carrera podría reirse en la cara del músico que afirme que sí, que sí que algo hay de inspiración de esa disciplina.
Claramente, habrá tantos math rocks como bandas, sobre todo teniendo en cuenta que es un estilo espectacularmente técnico y que habiendo buenos músicos se puede innovar bastante, pero hay unos lugares comunes bastante bien delimitados: como hemos dicho antes es muy técnico, se basa en tiempos compuestos, suele estar muy sincopado, no es raro que sea instrumental -como su gemelo aburrido- y bastante intenso -mucho más que su doble aburrido-. Pero como a caminar se aprende andando, luego con los ejemplos veréis de lo que hablo.
Las raíces del género este vienen a estar en Slint, la que se supone que es la primera banda de post rock. Sorprendentemente, no eran nada aburridos. Los descubrió Steve Albini y su segundo y último disco, Spiderland, hay que tenerlo para llevar las gafas de pasta con orgullo. De este disco hace ya casi 17 años. Hay grupos de hardcore que también han tenido su influencia, claro: son, para variar, la triada mágica: Black Flag, Nomeansno y Bad Brains, que curiosamente tenían unas influencias bastante elevadas, por decir algo -música microtonal en el primer caso, jazz en los otros dos-. Mientras tanto, Ian MacKaye estaba en su trono de Washington asintiendo complacido.
En este mismo año, el 91, se forma en Pittsburgh Don Caballero, la banda más conocida del género y que fue la banda que me acercó al estilo. Sus discos son impresionantes y podemos decir que todos sus discos son excepcionales, menos el último, quizás. Son instrumentales, bruticos y unos músicos acojonantes, con lo que tienen todas las papeletas para gustar. De Don Caballero vienen Battles, que son de los favoritos del blog.
Don Caballero - In the absence of strong evidence
De Faraquet ya hablamos el otro día, pero no queda mal recordar que son el grupo famoso de David Ocampo, el frontman de los Medications, y que a mi parecer molaba mucho más antes. Casi como todo. Yo a vuestra edad me divertía con dos yogures y una cuerda, no con esas pleisteisions, que estáis todo el día enganchaos a eso y al interné y a la motoreta, todo el día montados en la motoreta. Qué juventud, madre mía.
También, de mis favoritos y descubiertos hace apenas unos días, son Giraffes? Giraffes! -¿no es uno de los mejores nombres que habéis escuchado jamás?-. Tienen canciones que son como Don Caballero y los Mars Volta yéndose de farra juntos y poniéndose de setas hasta el ojete. Y esa sensación la consiguen siendo sólo dos. En la Semana que sale hoy hay una canción que me parece una de las mejores que he oído en meses. Y dura sólo cuatro minutos, cosa inaudita para mí.
En Japón hay una buena cantidad de grupillos, y yo voy a destacar un par: Boris -que antes eran una banda de Doom Metal y ya veis cómo han acabao, los pobres- y Toe, que hacen un math bastante especial, sin nada de distorsión y muchas veces tocado con guitarras acústicas. Hace no demasiado -creo- los Boris sacaron un disco bastante bueno, el Smile, que se puede conseguir por los medios habituales. De hecho, así como quien no quiere la cosa, aquí va un conciertito entero de casi una hora de estos señores y alguna cancioncilla de Toe. Nada que ver, aviso.
De Faraquet ya hablamos el otro día, pero no queda mal recordar que son el grupo famoso de David Ocampo, el frontman de los Medications, y que a mi parecer molaba mucho más antes. Casi como todo. Yo a vuestra edad me divertía con dos yogures y una cuerda, no con esas pleisteisions, que estáis todo el día enganchaos a eso y al interné y a la motoreta, todo el día montados en la motoreta. Qué juventud, madre mía.
También, de mis favoritos y descubiertos hace apenas unos días, son Giraffes? Giraffes! -¿no es uno de los mejores nombres que habéis escuchado jamás?-. Tienen canciones que son como Don Caballero y los Mars Volta yéndose de farra juntos y poniéndose de setas hasta el ojete. Y esa sensación la consiguen siendo sólo dos. En la Semana que sale hoy hay una canción que me parece una de las mejores que he oído en meses. Y dura sólo cuatro minutos, cosa inaudita para mí.
Giraffes? Giraffes! - Esta es una canción cualquiera, pero parten la pana los tíos
En Japón hay una buena cantidad de grupillos, y yo voy a destacar un par: Boris -que antes eran una banda de Doom Metal y ya veis cómo han acabao, los pobres- y Toe, que hacen un math bastante especial, sin nada de distorsión y muchas veces tocado con guitarras acústicas. Hace no demasiado -creo- los Boris sacaron un disco bastante bueno, el Smile, que se puede conseguir por los medios habituales. De hecho, así como quien no quiere la cosa, aquí va un conciertito entero de casi una hora de estos señores y alguna cancioncilla de Toe. Nada que ver, aviso.
Boris - Live at the First Unitarian Church, '05
Toe - Velvet Blanc
Y para acabar, Tera Melos, uno de los nuevos exponentes del math americano. Quizás estén un poco más cerca del nuevo metal progresivo, rollo The Fall of Troy, pero tienen cabida aquí. Para muestra un botón, pero si eres epiléptico no mires fijamente al vídeo:
Tera Melos - 40 Rods to the Hog Live
Bueno, por hoy ya basta. Me dejo grupos en el tintero para una segunda parte, espero que no os importe.
2 comentarios:
Tu opinión no le importa a nadie. Por qué no te callas???
Noa y Andrea, desde el cariño
¡os he pillado!¡nos leeis!
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