30 julio 2007

Festidrogoadictos

No puedo dejar de reseñar esta gran entrada a la que he llegado vía porsilasmoscas. Entre tanta polémica real con El Jueves, no me había enterado que un equipo de reporteros de la sexta habían sido expulsados del FIB por narrar el mercadeo de drogas que hay en ese festival. No te jode, pretenderán que 'sólo' beban heineken. Como en todos los festivales, por otra parte. Las narices indies, heavies, punkis, perroflautas y electro/bakalas se distinguen por no verse afectadas por los gustos musicales de su portador a la hora de darle al alpiste. Como mucho, al ser clientela europea, habría menos spiz guarrete y barato y más harinilla high-level.

Pero no, en la sociedad de la imagen hay que ofrecer la cara más cool y sana. ¿Cocaína? Eso es de yonkis, ningún ejecutivo ni político ni estrella de televición se ha metido jamás. Y si lo ha hecho, que al menos se reprima y no remenee la mandíbula. ¡Coño! Que luego perdemos audiencia infantil.

Pero me callo ya, que en repámpanos, como decía antes, lo expresan más y mejor.

(...) Esto de los festivales ya se ha vuelto una especie de consumismo musical compulsivo, en donde se trata de acudir al que más grupos oferte, con promociones especiales para ir uno o varios días, descuentos si te interesan distintos escenarios y vale de regalo para la carpa house, a ver si allí pillas de una puta vez.

Por supuesto, todo esto montado en mitad de ninguna parte, que ya se sabe que el rock y el pop es una música muy campestre, y nada mejor que escuchar a Arctic Monkeys o quien se tercie bajo la dulce sombra de un alcornoque. Pero claro, partimos del supuesto de que la peña va atraída por las excelencias de un cartel plagado de rutilantes estrellas, cuando lo cierto es allí se va a ponerse hasta el culo y a follar todo lo que se pueda. Si les queda tiempo pues igual escuchan alguna cosa que otra.

Este año la organización ha expulsado a las cámaras de La Sexta por hacer un reportaje en el que se hablaba de la gran cantidad de drogas que se consumían en el FIB. Que daba mala imagen el ver en la tele una nube de camellos a la entrada del recinto vendiendo todo tipo de sustancias.

No hay nada más democrático que las drogas. Si en algo están de acuerdo desde el indikid más cool hasta el más cerril gañán de extrarradio es en su profundo amor a los psicotrópicos. No en vano somos la reserva speeditual de occidente, y al paso que vamos, de parte de oriente.

Pero mientras los pelopincho de coche tuneado se meten las rayas en el pafeto de la esquina o en la bolera del centro comercial, la gente guay de gafitas con monturas de colores y bolsos de Adidas de los 70 se ponen ciegos mientras escuchan al último grupo revelación noruego, a las cuatro de la tarde y a cuarenta grados, pasean por el mercadillo alternativo o ven en un arenal un videomontaje sobre música y pasta dental. Y todo subvencionado por la administración de turno.

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